Ver un viñedo a la caída del sol siempre es algo bonito, aunque sea noviembre y no queden ya uvas. Hay algo de paz y de calma en ese instante que simplemente de hace dejarte llevar y disfrutar el momento.
Y así fue como empezó mi visita a Bodegas Gratias, una bodega familiar situada en Casas-Ibáñez, Albacete. El nombre entero es Bodegas Gratias, Familia y viñedos, y están en la zona de Manchuela, aunque no dentro de la DO. Ana, Iván, José Armando y Silvia son quienes están detrás de este proyecto, con Ana, Ana María Gómez Sanz ejerciendo de enóloga. Una de las familias tenía viñedos de la variedad Bobal y un día, allá por 2007, junto con unos amigos decidieron elaborar el vino que entraba en una barrica para disfrutarlo entre ellos. El resultado fue lo suficientemente bueno como para decidirse en 2009 a hacer más vino y comercializarlo, cosa que sucedió dos años más tarde con su primera añada en el mercado.
En la actualidad controlan unas 10 hectáreas de viñedo de entre 30 y 80 años repartidos por varios municipios de la zona. En ellos trabajan sobre todo con la Bobal, y también con dos variedades autóctonas menos conocidas como son al blanca Tardana y la tinta Pintaílla (también Pintaíllo), llamada así por unas manchas de color morado en su piel rosada. Su filosofía es ecológica y natural, con el objetivo de hacer siempre que su producción sea sostenible. Y también tienen la convicción de hacer vino ético, es to es, un vino honesto para todos aquellos que participan en él, desde los agricultores a los que compran uvas hasta los consumidores finales, y en el que el precio que se pagan por las uvas por el vino final sea también honesto.
En la bodega trabajan con depósitos de inoxidable, con alguna barrica y también con tinajas, de esas elaboradas por el maestro Padilla de Villarrobledo (Albacete) y que ya henos visto que otros productores como Juan Piqueras, Nacho González de La Perdida o Elisabeta Foradori de Trento en Italia también utilizan.
Fueron estas tinajas las que me llamaron la atención cuando José Armando y yo nos pusimos en contacto, y probar esos vinos elaborados en ellas se convirtió en algo que había que hacer.
Ana me llevó a visitar varios de los viñedos en los que nacen sus uvas y después fuimos a ver la bodega, donde llaman la atención las tinajas, sobre todo una de ellas por su tamaña. Tenían otra de esa misma capacidad, pero debido a un problema en su apoyo, hace unos años explotó y se encontraron trozos de barro y vino repartidos por toda la nave.
De promedio, Gratias elabora unas 25.000 botellas al año. A continuación, del catálogo de vinos que elaboran probamos los que pasan por tinaja y el que hacen con la Pintaílla.
GOT 2015. Got, vaso en valenciano, es un Bobal 100% fermentado en depósito con cuatro meses de crianza en tinaja. 6.523 botellas de esta añada. Las uvas proceden de tres viñedos llamados Terroir Pepe, Terroir Paco y Terroir Sergio, cuyo nombre hace referencia al viticultor de cada uno de ellos.
TINAJA 2016. Bobal 100%, del viñedo situado en el Cerro de los Moñigos. Fermenta en tinajas y en las mismas hace una crianza de cuatro meses. 197 botellas.
ARROBA 2016, Pintaílla 100%. Vino sin crianza, con solo estancia en depósito de inoxidable. 557 botellas.
TERRA 2016. Este es su vino naranja, un vino elaborado con Tardana 100% y macerado con sus pieles durante un periodo de tres semanas. Posterior crianza en tinaja durante tres meses. 300 botellas.
Los vinos resultaron muy correctos, sobre todo mostrando el carácter de la variedad. La Bobal es una uva que bien cuidada como hacen ellos ofrece vinos muy apetecibles y fáciles de beber. La Pintaílla resultaba muy curiosa, una uva muy particular de esta zona, y el naranja, Terra, ofrecía unos toques de la tinaja que lo hacían muy particular. En general son unos vinos que están muy bien y que se dejan beber.
Pronto hablaremos con Ana Gómez acerca de su vino ético y de su filosofía vitivinícola.
Algunos fotos, (c) Bodegas Gratias