Bodegas Pigar, un descubrimiento en Utiel-Requena

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Bodegas Pigar

Hay quien dice que en Utiel-Requena no se hace buen vino. Y también quien dice que en Campo Arcís solo se hacen vinos a granel, pero bueno, como en todo en esta vida hay que probar antes de generalizar. Yo no había probado nada hasta ahora de esta parte de España, a pesar de que en los viajes entre Madrid y Valencia se atraviesa la zona y hay carteles de bodegas y viñedos por todas partes. Pero casualidades de la vida, y las cosas que el vino une no las separe nadie, hace poco hice una visita a la zona. El culpable de ello es Juan Piqueras, enólogo y propietario de la familiar Bodegas Pigar, situada en el pequeño pueblo antes citado. Había estado hablando con Juan acerca de esas cosas relacionadas con la crianza de algunos de los vinos que me resultan tan especiales, las tinajas, y en el verano surgió la posibilidad de conocernos. Camino a Campo Arcís, a ver qué había allí.

Normalmente, las visitas a bodegas suelen empezar por las viñas, luego la bodega y finamente se cata algo de vino. Aquí fue de manera completamente diferente. Y qué bueno. Juan me había dicho: “cuando llegues, nos vamos a almorzar”. Y habíamos quedado a las 12:00! Pero bueno, quien soy yo para llevarle la contraria a Juan? Así que según llegué, empezamos por la parte cultural. Nos fuimos a Las Pilillas, un sitio en las afueras del pueblo junto a los montes donde recientemente se han descubierto y excavado unos lagares tartesos que datan del siglo VII A.C. En las fotos se puede ver el espacio destinado a poner la uva para pisarla y las troneras por donde luego caía el noble líquido a una pequeña bañera. Las faldas del monte estaban llenas de varios lagares, así que te podías imaginar cómo habría sido la vendimia hace 28 siglos. Que no son pocos años. Yo soy de Letras, pero creo que son muchos.

Después de la cultura, el almuerzo, que nada abre más el apetito como el deporte y la cultura. El Bollo Típico de Requena, una torta local no apta para los que tienen el colesterol alto y para los que aun teniéndolo se entregan a sus brazos. Pero cómo íbamos a decir que no? Y como no estaba poco rica, para acompañar un poco del joven Bobal 2016 que hace Juan. Ahí es nada: en pleno lagar tarteso, bollo local y vinazo local. El vino, como decía Juan, directamente de la botella, que las copas son para catar en la bodega, no en el campo. Disfrute de la vida en estado puro.

De ahí nos fuimos a visitar algunos de los viñedos de la familia. La tradición familiar, tanto por parte de familia paterna como materna, ha sido siempre cultivar las viñas para vender las uvas a la cooperativa local y quedarse unas pocas para la casa. En la actualidad cuentan con unas 24 hectáreas repartidas por la zona de las que ahora dedican 3 pequeñas parcelas al vino que elaboran. Estas son las que producen mejores uvas y su cuidado es para ello, no para uvas a granel como pudimos ver en parcelas vecinas.

Juan empezó a trabajar en el equipo de enología de la bodega Manuel Manzaneque, donde estuvo de 2008 hasta 2016, para centrarse en Bodegas Pigar. De esas parcelas que comentaba, Juan tiene plantado Bobal, Syrah, Chardonnay, Tardana, y algunas uvas de otras variedades en menor proporción. En su tercera vendimia, el proyecto de Juan va dando pasos de bebé en la dirección correcta, sin apresurarse demasiado por llegar antes. En 2016 sacó al mercado tres etiquetas para un total de algo menos de 3.000 botellas, tres monovarietales de Bobal, Syrah y Chardonnay. En 2017 esta cantidad llegará a las 6.000. El Chardonnay es un vino con unos 6 meses de crianza sobre lías que está increíble, de los Chardonnays españoles que más me han hecho disfrutar. El Bobal es un vino con juventud y potencia, muy rico y fresco. Y el Syrah me enganchó desde el primer sorbo. Una carga frutal estupenda y una boca sensacional. Fantástico.

Pero Juan ya sabía dónde tocar para llegar a mi fibra sensible. Y solo necesitó dos palabras: vino naranja. En 2016 elaboró unas 90 botellas de un experimento que hicieron el y su padre con un 90% de Tardana y un 10% de Moscatel. Maceración con las pieles y paso por tinajas. Qué más se puede pedir? Abrimos una botella de 0,75 litros (también lo tiene en botellas de medio litro). Al principio es un vino que se muestra tímido, ya que la Tardana es una variedad poco aromática que en la zona no se solía usar por esa razón. Pero cuando ya lleva un rato abierto, el vino empieza a crecer. La Moscatel surge en la copa. La maceración no ha hecho que sea un vino que canse, sino que sigue estando bastante fino. Y pasados dos días de su apertura, era una gozaba poder acabar lo que quedaba. Un vino que tiene una gran evolución.

En este 2017 Juan irá incorporando cosas nuevas a su gama, cosa que no podemos dejar de celebrar lo suficiente: un Royal-Bobal ancestral, otro naranja elaborado en tinaja y más experimentos que Juan va creando, porque en mi opinión, eso es de lo que se trata hacer vino: probar, experimentar y luego poder tener éxito con ello. Seguro que para cuando estas líneas se transformen en pequeños trozos de información digital Juan ha hecho alguna otra cosa nueva.

Estábamos hablando de los viñedos. En ellos predominan los suelos arcillosos, areniscos y pedregosos. Se buscan rendimientos bajos pero de calidad, y también ir añadiendo algunas parcelas abandonadas desde hace tiempo que da pena verlas, pero como pasa en otros sitios, hay propietarios que prefieren ver un viñedo muerto antes que venderlo o arrendarlo. No se riega nada y en este sitio llueve poco. Juan trata de hacer los vinos lo más naturales que pueda, sin utilizar productos químicos, filtrados o clarificaciones.

Una vez en la bodega, que está situada en la casa familiar en el centro del pueblo, probamos los vinos, pero ya me he adelantado hablando de ellos. Lo cierto es que todos me gustaron mucho. Podría dar notas de cata de todos ellos, decir los placeres que me produjeron pero creo que con ello solo provocaría colas en la puerta de Juan para comprar sus vinos. Como los quiero para mí no diré nada de todo ello. Solo diré que las producciones son muy reducidas y se agotan rápido. Yo ya tengo cita para probar ese vino naranja 2017, el ancestral y los otros. Hay que ir antes de que se acaben. Y si te gustan sus vinos si tienes ocasión de probarlos, recuerda que oíste hablar de ellos primero aquí en Orange Wines.

Pronto hablaremos con Juan Piqueras sobre sus vinos y sus experimentos.

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