Hace ya tiempo que estoy convencido de que los vinos naturales han dejado de ser una moda pasajera para ser un estilo de vino que está aquí para quedarse. Tanto los vinos naranja como los vinos naturales o biodinámicos, objeto de esta web y de mis viajes relacionados con el vino, son ya cada vez más conocidos y podemos encontrarlos cada vez en más tiendas y webs de vino. Lo mejor de todo es que cada aficionado al vino puede elegir lo que prefiera de entre toda la oferta existente, ya sean vinos naturales o vinos tradicionales.
Un gran descubrimiento que he tenido la suerte de hacer recientemente es una bodega de Mallorca que elabora siguiendo esta corriente. Galmés i Ribot es una pequeña bodega familiar situada en Santa Margalida que poco a poco ha ido sustituyendo las variedades internacionales más conocidas por variedades locales. Fruto de ello son sus vinos elaborados con Callet, Giró Ros, Prensal Blanc y Gorgollassa. Galmés i Ribot cuenta con 14 hectáreas de viñedo que trabajan en ecológico y apuestan por los vinos con el mínimo de intervención posible. Como la elaboradora Cati Ribot dice: “Es un proceso largo de cambio teniendo claro adónde queremos llegar y estamos disfrutando del mismo”.
Desde 2004 trabajan experimentalmente con las variedades autóctonas Argamussa, Vinater Blanc, Escursac, Callet Negrella y Mancés de Tibus, todas ellas prefiloxéricas.
La bodega comercializa seis vinos, y hoy nos vamos a centrar en dos de ellos, un tinto y un blanco.
Petjades es un tinto muy sabroso, que tiene un toque rústico muy característico y una fruta muy agradable cuando lo pruebas. Está elaborado con Callet y Gorgollassa, dos variedades, como hemos visto, autóctonas y de ciclo vegetativo largo. La Callet aporta ese toque rústico, aparte del cuerpo y estructura que ayudan a forjar ese carácter. La Gorgollassa es la variedad que aporta elegancia. Una vez la uva entra en la bodega, la fermentación se hace en barrica abierta de roble, con un 30% de raspón. Al finalizar este proceso, se hace un prensado ligero y se pasa a barrica de roble francés de cuarto año, para respetar la personalidad de las variedades. En su última añada han elaborado 1.200 botellas.
Som Blanc es un francamente bueno vino naranja. En mi opinión de los más ricos que se hacen en nuestro país. Está elaborado con Giró Ros, variedad autóctona de Mallorca de ciclo vegetativo largo. La uva se vendimia de forma manual y hace una maceración con sus pieles de cuatro días en tanques de inoxidable, en los que permanece una vez prensado sobre sus lías hasta el mes de abril del año siguiente. En su última añada han elaborado 2.500 botellas.
Sometí este vino a una prueba que para mí muestra la calidad con la que está hecho un vino. Puede que parezca sin sentido o que otras personas hagan otras pruebas, pero ésta es la que me gusta hacer. Una vez abierta la botella el domingo a mediodía y disfrutada la mitad de la misma, lo dejé en el salón de casa a temperatura ambiente cerrado nada más que con el corcho. Nada de bomba de vacío ni similares. Era el mes de junio/julio, así que algo de calor ya apretaba. Cada noche iba probando una copa para ver cómo aguantaba el paso del tiempo bajo esas condiciones. Con esfuerzo para dejar vino en la botella llegó hasta el viernes. Cada noche el vino iba oxidándose muy ligeramente pero mantenía su frescura y equilibrio y puede decirse que iba ganando potencia. Según pasaban los días el vino mantenía esa potencia que hacía que beberlo fuera algo muy placentero porque no llegaba a caerse en ningún momento. Por otra parte, el color se mantenía. Si bien es cierto que comparando la copa del viernes con la del domingo se notaba que había perdido algo de fruta, la “chicha” o potencia que seguía en la copa lo hacía muy agradable. Un muy buen vino en mi opinión y muy bien hecho. Un vino de esos que quiero tener en casa y recomendar a mis amigos entusiastas de este estilo de vino.
Pronto hablaremos con Cati Ribot sobre su filosofía vitivinícola.
Fotos (c) Galmés i Ribot