JNK, el secreto mejor guardado del Valle Vipava en Eslovenia

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JNK

Kristina Mervič es una enóloga eslovena cuya pasión por su trabajo transpira cuando hablas con ella. Y te dejas llevar fácilmente por su pasión y sus vinos. En primer lugar, no es una mujer que quiera poner etiquetas en sus botellas, de esas que dicen que elabora sus vinos naturalmente, que sus viñedos son ecológicos o que tiene una visión biodinámica de la vida. Por el contrario, Kristina elabora los vinos de la misma forma que su padre Boleslav lo hacía antes que ella. De hecho, en esta parte de Eslovenia, que en su día estaba lejos del mundo occidental, los vinos blancos se hicieron siempre macerando el mosto con las pieles porque esto ayudaba a su conservación y longevidad, y no agregaba nada al vino, como sulfitos u otros compuestos químicos, porque sencillamente no había dinero para comprar sulfito o compuestos químicos que agregar. Era todo vinicultura natural porque era la única forma posible de hacerlo.

En el corazón de la Vipavska Dolina DO en Eslovenia, y ubicada en el pequeño pueblo rural de Sempas, es donde podemos encontrar la bodega JNK de Kristina. El Vipavska Dolina, o Valle del río Vipava, es una de las principales DOs de Eslovenia, situada al este de Goriska Brda y al suroeste de la capital Ljubljana. Kristina posee 3,5 hectáreas de viñedos, una propiedad muy pequeña. El suelo aquí es la característica Opoka: marga arenisca formada durante el período Plioceno y rica en sedimentos y minerales marinos. Los viñedos tienen más bajitud que altitud, situados entre 100 y 300 metros sobre el nivel del mar. El rendimiento promedio por planta es de alrededor de 1.5 kilos para las variedades blancas y 2 kilos para las variedades tintas.

Kristina tiene plantadas las variedades blancas Rebula, Malvazija, Green Sauvignon (Friulano), Chardonnay, Pinot Bianco y Sauvignon, y luego tiene Merlot y Cabernet Sauvignon. Produce vinos monovarietales con estas uvas y también dos blends: el blanco Sv. Mihael y el tinto Rdece.

Una cosa que llama la atención es el tiempo de maceración que emplea. Por lo general, en las bodegas cercanas los vinos blancos se maceran en las pieles un período que va desde tres a cinco días hasta treinta días o cuarenta y cinco días. Kristina prefiere un período corto que rara vez pasa de 8 días para cada variedad blanca. El período de maceración de los vinos tintos, por otro lado, suele ser más largo que en otros lugares, llegando hasta los cuarenta días en lugar de los habituales veinte o veinticinco días. A Kristina le gusta que sus vinos se desarrollen antes de lanzarlos al mercado. En primer lugar, le gusta mantener los vinos en barricas de roble durante uno o dos años, dependiendo de las variedades y añadas. Luego sigue un período similar en la botella, por lo que sus vinos salen al mercado tres o cuatro años después de la cosecha.

Tuvimos la oportunidad de visitarla y compartir un rato de calidad con ella. Su padre también estaba y además de los vinos y la conversación, tuvimos la oportunidad de compartir un excelente jamón que hacían en casa. Como te puedes imaginar, muchos de los productos que consumen en casa son de elaboración propia y solo compran en el supermercado local los productos que no pueden producir.

Cuanto más disfrutamos de una copa de Ribolla Gialla o Malvasia, más nos enamoramos de estas variedades. Aquí en Eslovenia se llaman Rebula y Malvazija, y Kristina es una maestra elaborando vinos con ellas. Probamos tres monovarietales blancos: Rebula 2009, Rebula 2004 y Malvazija 2012. Luego el blend blanco Sv. Mihael 2005 (60% de Sauvignon, 40% de Pinot Bianco, 20% de Rebula y Malvazija), el Merlot 2009 y el blend tinto Rdeče 2006 (55% Cabernet Sauvignon y 45% Merlot). Los vinos eran increíblemente perfumados, con una nariz fina y elegante y explosivos en el paladar. Son vinos que realmente se merecen disfrutar de ellos mientras mantienes una conversación agradable. Es muy complicado decir cuál me gustó más ya que cada uno en su lado era una maravilla. El Rebula 2004 tenía una nariz que te enganchaba desde el principio, aún está pletórico y con muchos años por delante para proporcionar más placer. El Merlot estaba simplemente increíble.

Kristina produce un número reducido de botellas cada año y mantiene una buena parte de ellas en su bodega para su envejecimiento. Vale mucho la pena hacerle una visita ya que es muy apasionada de todo lo que hace y sus vinos son un gran descubrimiento.

Pronto hablaremos con Kristina sobre sus vinos y su filosofía enológica.

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