Tú que me lees sabes que siempre estoy a la búsqueda de vinos diferentes, vinos que me hagan vibrar al beberlos. Me apasionan los vinos naranja, y cada vez más los vinos naturales y biodinámicos, aunque no soy un talibán de ellos y bebo otras cosas que sí contienen sulfitos sin que se me erice el vello. Pero no me gustan los vinos extremos ni demasiado radicales. Me gustan los vinos bien hechos, con un buen balance y una buena estructura, aunque creo que esto es algo muy general.
También sabes que me gustan mucho los vinos del Friuli en Italia y de la parte de Goriška Brda en Eslovenia. Es allí donde he encontrado mi paraíso, cuyos vinos me elevan a las más altas cotas de satisfacción, tanto los naranja como los blancos secos, los tintos y los espumosos. A mi amigo Richard siempre le digo que podría pasar el resto de mis días bebiendo solo los vinos de estas dos zonas.
Pero hay que seguir abriendo horizontes, buscando nuevas cosas y probando nuevos vinos. Y a veces, el vino llama a tu puerta. O a la mía, mejor dicho. Esto es lo que me ocurrió hace poco con un productor portugués de la zona de Vinho Verde. Resulta que este productor elabora un vino naranja y me ofreció la posibilidad de probarlo, y claro, quien soy yo para decir que no a un vino naranja de Portugal?
Márcio Lopes es ese elaborador. Empezó su carrera trabajando con el maestro Anselmo Mendes en Melgaço (una subregión de Vinho Verde situada en el norte de Portugal) con el Alvarinho y posteriormente viajó a Australia. Ya desde su vuelta en 2010, Márcio trabaja en dos zonas portuguesas en las que tiene sus propios proyectos: Pequenos Rebentos en Vinho Verde y Proibido y Anel en el Duero. Desde 2017 Márcio cuenta con otro proyecto en la Ribeira Sacra en Galicia que acaba de empezar y cuyos vinos se encuentran haciendo su crianza en barricas.
En la región del Vinho Verde, Márcio trabaja con las variedades Alvarinho y Trajadura, dentro de la subregión Monção y Melgaço. En 2016 comenzó a trabajar con las variedades Loureiro, típica del Valle del Lima, y Avesso, del Valle del Tâmega. También elabora vino tinto con las variedades Cainho Tinto, Pedral y Alvarelhao (Brancellao). Los viñedos en Melgaço tienen más de 80 años y están preparados en pérgola mientas que en Azal, donde las viñas tienen más de 90 años, se preparan según la “Vinha de enforcado”, el sistema de viticultura más antiguo de la región en el que las vides pueden alcanzar los 8 metros de altura. Aquí es donde Márcio ha usado ánfora por primera vez para la crianza de sus vinos y espera sacar la primera añada al mercado ese mismo año. En la actualidad cuenta con 5 hectáreas de viñedo que, cada vez más, trabaja de modo ecológico. Además, es aquí donde intenta recuperar viñedos muy antiguos.
Los vinos Proibido y Anel, elaborados en el Douro, tienen su origen en viñas de entre 40 y 80 años. En esta zona Márcio busca siempre variedades en desuso, intentando reavivarlas y hacer con ellas vinos diferentes. Trabaja con las variedades Donzelinho Tinto, Rufete, Bastardo, Mourisco, Amor nao me deixes, Souson, entre otras para Proibido Tinto, y Rabigato, Verdelho, Terrantez (Folgazão), Codega, Dona Branca para Permitido Branco. Touriga Nacional y Touriga Franca son las variedades que utiliza para hacer Anel.
Como Márcio dice, el trabajo en el Douro, en Vila Nova de Foz Côa, cerca de la frontera con España, es muy duro y todo se hace a mano y con la ayuda de un caballo. Nada más.
Otra de las características de Márcio es que elabora muy pocas botellas de cada etiqueta. Los Vinhos Verdes son los que más elabora, actualmente unas 55.000 botellas al año, mientras que en Douro elabora unas 15.000 botellas.
Y hablábamos de su vino naranja. Lo elabora en Vinho Verde y se llama Pequenos Rebentos À Moda Antiga, del que he catado el 2016. Es un vino elaborado a partir de uvas Alvarinho 40%, Avesso 30% y Arinto 30%, de un viñedo de suelo granítico ubicado en Amarante. El mosto fermenta y macera con las pieles durante unos seis días, y posteriormente envejece sobre sus lías nueve meses en barricas usadas.
Al catarlo, este vino responde al criterio que he mencionado en el primer párrafo. Me parece un vino muy bien hecho en el que las pieles se notan lo justo, que es como me gusta. Resulta fino, con un ligero toque a fruta blanca de hueso, unos taninos finos y no muy marcados, con una buena acidez y cuerpo en boca. En definitiva, un vino que no está tan marcado por la elaboración como para pensar que no sea un Vinho Verde al uso.
En opinión de Márcio, este vino tiene “un fuerte carácter varietal, rústico y fresco, con la mineralidad que aprecio en estas variedades, reflejando el gusto antiguo. Me gusta experimentar y las experiencias deben ser compartidas”.
Pequeños Rebentos a la Moda Antigua será siempre una edición especial, embotellada en una cantidad limitada de botellas (1.265 en 2016) siempre que la calidad esté a la altura de las exigencias.
Pronto hablaremos con Márcio Lopes sobre sus vinos y su filosofía vitivinícola.
Fotos (C) Márcio Lopes