A veces grito en el desierto. No por gusto, por supuesto, y tampoco unas pocas veces. Más bien ocurre con frecuencia, porque el Establishment ese, aunque sea el del vino, sigue siendo duro de pelar. No es que me vaya a deprimir porque nunca nos ponemos de acuerdo en nada, pero me apena que en algo tan sencillo como el vino naranja tampoco seamos capaces de ponernos de acuerdo. Y no es que me refiera a los grandes grupos que no quieren que nadie se salga de la foto, o a los pequeños productores que venden motos que no tienen motor. Es que ni siquiera nos ponemos de acuerdo en cuándo llamar naranja a un vino y cuándo no.
Lo del vino naranja, o vino ámbar originalmente, viene de la región del Cáucaso donde ahora está Georgia. Hace unos 8.000 años empezaron a elaborar los vinos blancos siguiendo el mismo estilo de vinificación que lo tintos, es decir, macerando el mosto con las pieles. El periodo de maceración daba al mosto un color ambarino, y con ese nombre se quedó hasta finales del siglo pasado este estilo de vinificación comenzó a extenderse fuera del Cáucaso. Fuera de esa región empezó a llamarse vino naranja u orange wine. Allí sigue siendo conocido como vino ámbar y algunos productores en Italia y Eslovenia lo llaman también del mismo modo. En España, por ejemplo, en todo el arco mediterráneo se conoce como Brisado o Brisat. En zonas de Castilla y León se conoce como Embabujado.
Al final no dejan de ser diferentes nombres para referirnos a un tipo de vino procedente de uvas blancas cuyo mosto ha macerado con las pieles durante un periodo de tiempo que queda a la decisión del elaborador. Es decir, un vino naranja es un vino marcado por su estilo de elaboración. No es un vino marcado por el color resultante del proceso de maceración, porque hay vinos naranja que son perfectamente dorados o amarillo pálidos.
Un vino naranja no es un vino blanco, ya que el vino blanco no macera con las pieles (la maceración pelicular o pre-fermentativa no es lo mismo). No es un vino rosado ni tinto porque no procede de uvas tintas. Siempre he defendido que es un color de vino diferente, aunque me parece que estoy algo solo en esto. Hay vino blanco, vino rosado, vino tinto y vino naranja. Esta es mi posición y es lo que defiendo desde hace años.
Hay productores que llevan muchos años haciendo vino y que han probado a hacer un vino blanco con maceración. Por cualquier circunstancia que no viene al caso, no sabían que estaban haciendo un vino naranja porque nunca habían oído hablar de ellos. Algo perfectamente lógico, por otra parte. Hay tanto que aprender y saber en el mundo del vino que es imposible conocerlo todo. Hay productores que creen que un vino naranja tiene que ser de color naranja para poder llamarse así.
Un vino rosado se hace con uvas tintas. Su mosto está en contacto con las pieles unas horas, puede que a lo mejor una noche, o incluso unos minutos. Ese tiempo proporciona al mosto su tono rosado o rojizo característico, es decir, llamamos rosado a un vino por su estilo de elaboración.
Si entonces no ponemos pegas para llamar rosado a un vino independientemente del tiempo de paso del mosto por las pieles, por qué sí lo hacemos para un vino naranja? Hay que decir primero que no hay estipulado nada al respecto. Naranja no es una categoría reconocida en cuanto a color, como he comentado antes. Tampoco hay regulado el tiempo que tiene que pasar el mosto con las pieles para que llamemos naranja, brisado, brisat, ámbar o embabujado a un vino concreto.
Tú que me lees ya sabes lo que voy a decir, porque lo he proclamado a los cuatro vientos: si llamamos rosado a un vino cuyo mosto ha estado en contacto con las pieles minutos u horas, o solo el tiempo de prensado, para mí un vino pertenece a la clase vino naranja si ha tenido tiempo de maceración. No considero la maceración pelicular como parte del proceso de elaboración de un vino naranja, sino más bien una manera que tiene un elaborador de enfriar las uvas recién vendimiadas durante una noche, por ejemplo, para prensarlas a baja temperatura. La maceración para mí consiste en tener las uvas enteras o parcialmente rotas en un recipiente durante un periodo de tiempo en el que se puede hacer o no algún tipo de bazuqueo, aunque sea solo empujar el sombrero hacia abajo con las manos.
Y de cuánto periodo de tiempo hablamos? Si tengo el mosto un día, a mí me vale. No recuerdo casos de un vino naranja cuyo periodo de maceración haya sido inferior a cuatro días, sobre todo con la variedad Pinot Grigio, que tinta muy rápidamente el mosto. Cuatro días es un periodo algo habitual, al igual que una semana. En la mayoría de casos que conozco, el periodo suele ser de una-cuatro semanas y de ahí llega en algunos casos a seis meses o incluso un año, si bien esto es menos habitual.
Así que me chirría mucho cuando un elaborador (que además elabora vinos naranja) dice que cuatro días de maceración no hace que un vino pueda ser llamado naranja. Yo creo que poner limites a esto sólo hace que sea más difícil conseguir un reconocimiento más amplio a esta manera de elaborar un vino. Por qué cuatro días no? Dónde está el mínimo? Si no hay una legislación al respecto, y creo que tardará en haber una, no sería mejor si entre los mismos elaboradores y gentes relacionada llegamos a un acuerdo? Que no pasa nada, hombre, y ayuda mucho. Solo falta que en una cata de vinos naranja tenga que decir que si la maceración con las pieles es de tres días no es un vino naranja, cuando el estilo de elaboración así lo marca. Un vino naranja no es un vino naranja porque sea de color naranja o porque haya estado cinco días macerando con las pieles. Un vino es naranja porque el mosto de sus uvas blancas ha estado en maceración con las pieles.
Recientemente he visto que hay un par de productores en España que hacen un vino al que llaman naranja proveniente de uvas tintas. Evidentemente, y por todas las razones mencionadas, eso para mí no es un vino naranja. Me apena que con estas cosas solo consigamos añadir más confusión a un mercado ya de por sí confuso.
Seguiré predicando en el desierto, que tengo mucha práctica en ello, pero con una copa o cuatro de un buen vino naranja de mi gusto. La estancia, me temo, será de una maceración larga.